28.2.16

DIECISIETE LETRAS



Si te explicara, amor,
como esta tarde mi amor se rompe
por un minuto amable...
No lo entenderias quizás.
Si me soñaras, amor,
como me sueña el cielo,
mi corazón sería fuego
en vez de hielo.
Si me sintieras, amor,
como siente el vientre de una madre;
si me bebieras, amor,
como bebe un niño de pecho afable...
No lo entenderías quizás.
Si te estremeciera mi cuerpo de ángel
como me estremece tu alma de amante;
si el mirarme fuera tu única pasión,
con un amor salvaje que nace
de tu bello y sencillo corazón...
Pero que importa que no me entiendas
si aunque no me sueñes,
ni me sientas,
ni te explique,
ni me bebas,
solo, solo con mirarte
al fin reconozco tu esencia.
Mi pasión, tu fuerza, mi cuerpo de ángel,
tu alma de estrella
serán nuestra libertad,
serán nuestras futuras huellas,
y como un símbolo
aquellas diecisiete letras
que tu grabaste hace tiempo
en silencio y casi a tientas: amor incondicional
                                       Rosa M. Vargas

EL POLIZÓN






Desnudo viene el sol al horizonte,
turbada nube anuncia su osadía,
el mar está en reposo, se abre el día,
las sombras cobran vida sobre el monte.

Despierta el polizón, mudo sinsonte
que boga sin pasaje en la gran vía,
su mísero equipaje bien podría
estar pidiendo a gritos su remonte.

Su orgullo lo colgó de una farola,
su fe se derrumbó sobre sus pasos,
sus sueños los perdió por el camino.

Dejó su dignidad en los fracasos,
y culpa a la crueldad de su destino
tener su voluntad sobre una ola.

                        II                      

 El mar alza sus olas, grita el viento,
el barco titubea, se estremece,
tropieza el polizón que ya aparece
desnudo entre el pasaje en movimiento.

Sus ojos ponen voz al pensamiento,
su rostro ante su grito se oscurece,
el rictus de sus labios se estremece
dejando en libertad al sufrimiento.

Su mano busca apoyo en la caída
y agarra, sin querer, la indiferencia
que pasa por su lado distraída.

Y envuelto en el fracaso de su vida
e hiriendo a la crueldad de su existencia
se alza sobre el jugo de la herida.                         
                     
                     III

 El sol vuelve al refugio de su ocaso
dejando a la ciudad en parpadeo,
se acerca sigiloso el dios Morfeo
dejando incertidumbres a su paso.

El hombre, que escondido en su fracaso,
derrocha la rutina en su paseo,
devuelve la carencia al titubeo
buscando un frío lecho bajo el raso.

Arriba, en lujoso camarote,
donde goza de trono un crucifijo,
se eleva una oración con estrambote.

Y abajo en el desden de un viejo bote,
a un polizón envuelto en acertijo
le mandan al infierno de rebote.
  
                                           Nicanor López
 

SENSE SABATES






M'omples amb la teva absència
i amb el silenci em parles.
Quan no et veig, sé que diu
la teva mirada.

Ningú sap on rau el foc
que la penombra amaga,
el foc que desfà el gebre
i fon la rosada.

Però la pell batega,
els ulls se’m omplen de llum
I el cor em guia fins a tu,
sense sabates.

       Glòria